La receta de Arsuaga para frenar la mortalidad científica en jóvenes investigadores
El paleontólogo y codirector de las excavaciones de Atapuerca recuerda que «tras las becas de doctorado y hasta conseguir un contrato hay una travesía en el desierto donde muchos no llegan»

Científico analizando las piezas de una de las colecciones del Cenieh.
La carrera de investigador en España es larga y debe pasar por diversas fases. Un camino complicado en el que muchos se bajan a mitad de camino. Y suelen coincidir en la misma parada. Así lo explicaba durante la renovación del convenio entre Cajaviva y Fundación Caja Rural con Fundación Atapuerca que incluye la financiación personal de un investigador del proyecto.
«Las tesis son largas, pero tienen sus becas y apoyos, pero luego llega la travesía del desierto desde la lectura de la tesis hasta conseguir un contrato y aquí hay mucha mortalidad científica porque no todos llegan», señala el codirector de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga.
Es algo que no se ha corregido con el devenir de los años. La inversión en investigación crece pero no sitúa a España a nivel de los países Europeos más avanzados ni, mucho menos, al nivel de grandes como Estados Unidos. Según la base de datos Eurostat, España dedica a la investigación un 1,49% de su Producto Interior Bruto (PIB). El director general de Caja Viva, Ramón Sobremonte, recordó que «se ha mejorado, porque hace diez años era un 1,27% del PIB, pero aún queda mucho margen de mejora hasta llegar a los niveles de países del norte o del centro de Europa que superan el 3% o, pensando globalmente, a Estados Unidos que alcanza el 3,6%».
El reto no es solo, según Arsuaga, captar vocaciones científicas sino sostenerlas en todo el proceso. Para el famoso paleontólogo se tendría que «financiar la carrera del investigador profesional especialmente en esos pasos intermedios y reforzar el acompañamiento entre ser becario y lograr un contrato», señala. Y es que el proceso de redacción de tesis es complicado. Puede durar de media cinco años.Cuando se termina, no todos pueden asumir la carrera científica sin contrato. «Te suele pillar con una edad en la que tienes obligaciones, necesitas trabajar y si no es investigando tendrá que ser en otra cosa», lamenta. De ahí que reclama un proceso de acompañamiento entre el becario predoctoral y el contrato de investigación como pilar para fomentar las carreras científicas.
En este momento están los apoyos de fundaciones que es lo que ha permitido apuntalar los relevos en el proyecto Atapuerca. Se establecen becas postdoctorales desde la Fundación Atapuerca. El apoyo decidido a la investigación pasa por impulsar las carreras científicas en momentos críticos. Por ejemplo, dos de los nuevos codirectores de Atapuerca (María Martinón y Andreu Ollé) formaron parte de las primeras hornadas de becarios de la Fundación Atapuerca lo que les permitió seguir su formación investigadora sin desconectarse de los yacimientos de Atapuerca.
La entidad, que está a punto de cumplir 26 años, nació con ese fin. Apoyar la sostenibiliad del trabajo en los yacimientos, la difusión y fortalecer esa cantera de científicos multidisciplinar que ideó Emiliano Aguirre en los 80. «La Fundación Atapuerca ha concedido 95 ayudas a investigadores de los que 50 han acabado siendo doctores y prácticamente todos los que han terminado se han dedicado a la investigación, no se han quedad atrás», concluyó Arsuaga.