El entrenamiento con armas del futuro
AccuShoot combina inteligencia artificial y diseño artesanal para revolucionar el entrenamiento con armas. Desarrollado entre EE.UU. y Burgos, este sistema ofrece blancos interactivos robustos y realistas

Víctor J. Fuente y Jorge Carazo Fuente son los responsables de dar forma a AccuShoot.
Imagina que estás frente a una pantalla. No es un televisor ni un videojuego cualquiera. Frente a ti hay un reto real: tu propia arma de fuego, impactos auténticos y una inteligencia artificial que, en milésimas de segundo, te dice cómo de preciso eres, qué puedes hacer para mejorar y, sobre todo, cómo no fallar cuando más importa.
Así empieza la historia de AccuShoot, una idea que nace entre algoritmos, pasión por la artesanía y la obsesión de unir lo mejor de dos mundos: la innovación más puntera y el respeto absoluto por una disciplina que no admite errores.
Lo curioso es que parte de esta revolución tecnológica se fabrica en Burgos, a mano, con el mimo de un taller de ebanistería, pero con la ambición de llegar a centros tácticos de medio planeta. Y es que detrás de cada impacto hay algo más que balas: hay datos, seguridad, comunidad y un propósito que lo cambia todo.
AccuShoot nace como una spin-off de BigML, una empresa en la que se lleva años aplicando inteligencia artificial y machine learning a todo tipo de retos reales: desde detectar fallos en soldaduras en la fabricación de coches, hasta ajustar precios dinámicos en autopistas o reducir los tiempos de espera de los aviones antes de aterrizar.
Con toda esa experiencia, vieron claro que podían aplicar esa misma inteligencia tecnológica a un campo con un enorme potencial de mejora: el entrenamiento con armas reales.
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AccuShoot es un sistema interactivo de entrenamiento. A primera vista puede parecer una simple pantalla y un proyector, pero detrás hay mucha tecnología. Cuando disparas, una cámara térmica detecta la huella de calor que deja el proyectil y sus algoritmos localizan el punto exacto del impacto en milisegundos. En la versión con láser, se utiliza una cámara de infrarrojos con filtros especiales que permite detectar impactos con la misma precisión.
Todo esto se coordina desde una unidad compacta llamada «la Box», que integra el proyector, una cámara (térmica o infrarroja, según el caso) y un ordenador. Y desde una tablet, un móvil o un portátil, se pueden seleccionar entrenamientos igual que si uno estuviera en Netflix seleccionando películas: ejercicios clásicos o tácticos, minijuegos y simulaciones basadas en vídeos reales.

Víctor J. Fuente y Jorge Carazo Fuente, probando AccuShoot.
Desde Burgos, Víctor J. Fuente (responsable de ingeniería) y Jorge Carazo Fuente (ebanista responsable del diseño y elaboración de la pantalla balística) son los encargados de dar forma -y resistencia- a uno de los elementos clave de AccuShoot: una pantalla que no solo muestra blancos en movimiento, sino que resiste impactos reales y se desmonta como si fuera un puzzle. Entre cables, capas balísticas y muchas horas de prueba, estos dos burgaleses han logrado que una idea nacida entre algoritmos y pasión por el tiro, cobre vida en talleres donde la precisión y el cariño por el trabajo manual se tocan de verdad.
El objetivo de AccuShoot es claro: transformar la manera en que se entrena y entiende el tiro. No se trata solo de detectar impactos, sino de ayudar realmente a progresar: dar feedback inmediato, analizar patrones, personalizar entrenamientos y simular situaciones reales que permitan mejorar técnica y toma de decisiones.
«Realmente no tenemos un propósito de promoción del uso de armas, sino en que quienes hacen uso de ellas (ya sea por deporte, afición y sobre todo porque forma parte del desempeño de su trabajo), lo hagan de forma efectiva, segura y responsable», señala Fuente. «Vivimos en un país donde delegamos la protección en miembros y fuerzas del estado, y tenemos la responsabilidad de proveerles de las herramientas para que puedan ejercerla con garantías».
Aun así, conscientes de que, en países como España, donde el uso de fuego real está más restringido, han adaptado el sistema para que funcione también con disparo láser. Así, incluso desde casa -sin miedo a atravesar una pared- se puede trabajar técnica y disciplina de forma segura, práctica y accesible.
Porque en una situación real, nada está quieto ni es predecible. El entrenamiento debía reflejar eso. El objetivo era que cualquier tirador pudiera entrenar distintas técnicas, con su propia arma, ya sea corta o larga, simulando distancias o disparando desde lejos.
Ken Baldwin -uno de sus científicos más brillantes- construyó un primer prototipo que detectaba disparos reales solo con una cámara térmica. Era rudimentario, pero funcionaba. Entonces vieron claro que podían convertir cualquier pantalla en una proyección de blancos dinámicos.
Así nació LFX (Live Fire eXperience), un sistema que permite entrenar con impactos reales, análisis automático, cientos de entrenamientos personalizables y puntuación inmediata, en cualquier entorno. Y, sobre todo, sin perder tiempo preparando blancos, pegando parches o corrigiendo puntuaciones manualmente.
Pero para que aquello funcionara, se necesitaba una pantalla y un soporte capaces de resistir disparos reales, explica Carazo. Sin metales, sin elementos peligrosos, y que fuera desechable y fácil de sustituir. Y no solo resistir un impacto, sino sesiones intensas con diferentes calibres, tanto en interior como en exterior.
Ahí llegó la llamada a Burgos.
Durante meses, junto con el equipo en EE.UU., probaron materiales, capas, niveles de brillo, contraste y resistencia térmica. Buscaron el equilibrio perfecto: buena imagen, buena absorción del impacto y que todo el conjunto se pudiera montar, desmontar y transportar en cuestión de minutos.
Hoy, la pantalla balística es una parte esencial del sistema. «Creo que el verdadero acierto está en combinar la visión tecnológica con el diseño artesanal», asevera Carazo. «No queríamos limitarnos a detectar disparos: buscábamos que toda la experiencia -desde el impacto en la pantalla hasta el análisis detallado de cada tiro- tuviera sentido, fuera sólida y gratificante para el usuario. Además, debía ser versátil, para que cualquier tirador, desde un principiante hasta un profesional, pueda entrenar de forma progresiva, personalizada y realmente eficaz».
AccuShoot resuelve de raíz un problema que durante años ha limitado la formación con armas: la falta de realismo y de feedback inmediato.
Hoy en día, gran parte de los entrenamientos se realizan sobre blancos estáticos, sin saber con precisión qué se hace bien o mal. Falta análisis, repetición y una evolución estructurada. Y si se recurre a simuladores, la mayoría exigen equipamiento costoso, armas modificadas o escenarios artificiales que poco tienen que ver con la realidad.
Este desarrollo a caballo entre EEUU y Burgos rompe con todo eso. Una digitalización que salva vidas, y que hace que cada disparo cuente y cada tirador pueda entrenar como realmente necesita.